He pasado muchas semanas sin andar por la nieve de Yukiguni. Aquí estoy de nuevo para mirar sin ver mientras soy visto. Lo he llamado "país de nieve" pero tal vez sólo es una sala de interrogatorios vacía con una pared de espejo.
No importa. Me saco el anillo de Giges que llevo puesto casi todo el tiempo. No me apetece seguir siendo invisible.
Quiero ser mirado por la llamarada quieta de la nebulosa NGC 6751 en la constelación del águila. Blue regions mark the hottest glowing gas, which forms a roughly circular ring around the central stellar remnant. Y que me enfoque roughly en mitad de toda la noche.
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Este mediodía me entretuve hablando con un músico marroquí sobre el concierto de ayer. Lamento di Tristano, música medieval. Comentábamos la actuación del percusionista. Sostenía el vaso de té en la mano, no parecía quemarle. "Al contrario que la mayoría, no pretendía que se oyera el golpe de su mano sobre el tambor. Retiraba sus dedos de la piel haciéndola vibrar, y dejaba agotarse esa vibración en el aire. Silenciosamente." Le escuchaba y un escalofrío recorría el interior de mis pozos. Aquel otro concierto. Tengo que murmurarlo para recordarlo:
¿Caja de Pandora?
Tambor más bien
de seda cruda
convocando al aguacero
de los adentros.
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Si yo tuviera que escoger una constelación para retratarme en estos momentos, preferiría salirme de mis signos agresivos de escorpión y sagitario, a pesar de la racha de batallas cotidianas que me ha tocado nel lavoro. Ahí simplemente hacha y sonrisa.
Por dentro me siento en realidad un río de múltiples corrientes, con remansos y torbellinos disputándose el lecho, ansioso por derramarme entero en orillas nemorosas. Aquarius.
Hay dos curiosas imágenes de Aquarius en los antiguos mapas del cielo. La más hermosa es la del Syntagma Arataeorum publicado por Hugo Grotius en 1600. La figura, un tanto andrógina, mira de frente mientras vuelca toda la jarra de estrellas que también tatúan su cuerpo. La ropa no encubre su desnudez, sino que la exalta y la prolonga en meandros de corriente. Te está mirando, pulsa para ampliar la imagen: ¿qué lees en esa mirada?
La otra imagen es más burda, pero me provoca más cercanía. Es la incluida en el De mundi et sphere de Hyginus publicado en Venecia en 1512. Un hombre de espaldas, completamente desnudo. El peso del jarrón le obliga a hincar la rodilla en tierra. Ha pegado una de sus orejas al cuerpo del recipiente, como si estuviera escuchando su rumor. También parece que las estrellas le trepan por su piel hasta verterse a su lado.
Tal vez las dos imágenes se completan mutuamente. Soportando y derramando. Escucha a solas y mirada interpelante. Cuerpo desprotegido y deseante. Temiendo y anhelando al mismo tiempo.
Y el agua quieta en su catarata como el fuego azul de NGC 6751.
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