Ayer vi derramarse en el aire las sámaras de los olmos, cayendo a la misma velocidad que la que caen los pétalos de cerezo: cinco centímetros por segundo (título de la melancólica película que dibujó Shinkai Makoto, 秒速5センチメートル, byōsoku 5 senchimētoru).
Por unos momentos, las grandes olmas volvieron a deshacerse a orilla del Pisuerga, generosas, borrachas de descuido. De noche, más tarde, en casa, seguía oyendo los torrentes de sámaras insomnes.
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